Sala de Máquinas

Exposiciones

La galería Sala de Máquinas es un espacio especializado en exhibir trabajos vinculados a la imagen fotográfica en su desplazamiento hacia las artes visuales.

La galería se fundó el año 2016 en el taller Gronefot y se han exhibido obras de artistas como Paz Errázuriz, Tomás Munita, Judith Romero, Colectivo Gestuario Mecánico, Alexis Díaz, Mauricio Toro Goya, Gastón Salas, Xavier Ribas, entre otros.

Se comunicará con anticipación las visitas guiadas los días sábados mientras la muestra esté en exhibición

Horario: Lunes a Viernes de 11.00 a 13.30 y de 15.30 a 19.00 hrs.

Señorita Lila

Mónica Nyrar

Curador de la muestra: Jorge Gronemeyer

Desde 10 de mayo  de 2019 al 31 de agosto de 2019

PARADIGMA DE CIERTAS MUJERES CHILENAS SOJUZGADAS POR LA CENSURA SOCIAL

“Srta. Lila es una de las miles de Srtas. Lila” dice Monica Nyrar, autora de una obra fotográfica con sentido político que nos devela la intimidad de una mujer que vivió en el Chile de los años cincuenta del siglo pasado, en una cultura desbordante de prejuicios sobre el lugar de las mujeres, cuya única misión era formar una familia. Su tía, Lila, optó por no hacerlo, pero, no por ello renunció a su feminidad, que es lo que reflejan los objetos-artefactos que guardaba celosamente en su casa-taller de costura y que Mónica recogió después de su muerte.

Mónica relata que “Siempre me llamaron la atención las cosas de ella, desde chica, era extraña para mi, la veía como una persona independiente. Me fascinaban sus cosas, las mostacillas, los collares, cosas pequeñitas. Era sola, no había un tío, era solamente Lila, eso es lo que yo rescato, a la mujer sola. No la tomo como una víctima, ella no es una víctima, en este caso fue una decisión personal. La sociedad la convirtió en una víctima, con esa catalogación: esta señorita es una solterona, pobre solterona, no se casó nunca, “se le fue el tren”, nunca tuvo hijos. Yo creo que ella nunca sufrió por eso”.

Y agrega: “Yo soy el medio de esta señorita para mostrar su vida a través de estos objetos,  develo y pongo en conflicto este sistema opresivo, machista y tirano con las mujeres. Este es un trabajo sutil, no es el trabajo de combate del feminismo, de propaganda. Con este trabajo ella sale del anonimato ”.

En efecto, de acuerdo con los estereotipos masculinistas, la Señorita Lila, debía permanecer en la invisibilidad: hija de padre desconocido, violentada en su juventud, la bella Señorita Lila llevaba consigo estos dos estigmas adheridos a la feminidad lo que constituyó una brújula para permanecer apartada de los varones. Se podría pensar que la renuncia a la sexualidad y a la maternidad de Lila, su adhesión a la soltería, constituye el perfil prototípico de la víctima de la violencia de género. A ojos del pensamiento patriarcal del siglo XX, su ostracismo del placer sería una consecuencia “natural” de su orfandad y del escarnio sufrido. ¿Quién se atrevería a interpretar de otro modo su vida? ¿Su frustrada vida? ¿Su vida estéril?

A este respecto se refiere Mónica: Debes tener un hombre, la salvación de una mujer chilena es que te cases, es tener una pareja. Hay que seguir el camino de la procreación y todo lo demás, así debe ser. Mujer que se sale de este camino o de eso que está ya elegido para ella, está condenada a ser llamada solterona.

Sin embargo, parecería que la Señorita Lila crea para sí una morada especial, venerando una feminidad para su propio goce, de espaldas al mundo y sobre todo a los mandatos del rol femenino imaginario y simbólico por excelencia: esposa y madre. Fabricar trajes de alta costura para mujeres quizás menos atractivas que ella misma, le procuraban, tal vez, una exhibición de sí por persona interpuesta; el encanto del ornamento que en su soledad ella producía: en las telas, sedas y velos, Lila incrustaba miles y miles de brillantes, lentejuelas y mostacillas, como un reflejo de sus estigmas que ella portaba con celo, sin descuidar jamás su lumbre que la cobijaba. Goce del exhibicionismo secreto, hurtando su propia  belleza a tantos hombres que la hubieran admirado, que la hubieran amado, que se hubieran satisfecho con sus atractivos. Sus ojos, día y noche cubiertos por cristales oscuros, miraban sin ser vistos, igual como la pequeña cámara fotográfica que quizás guardaba celosamente como un fetiche simbólico. Ver sin exhibirse. Escondiendo lo que otros pudieran codiciar.

Añade Mónica que “Ella tuvo oportunidades y no las tomó, no quiso, fue su determinación la de no casarse, es esa independencia de la mujer sola. Decidía cuando dormía o no dormía, cuando comía o no comía, además tenía su dinero y simplemente decidió no comprometerse. En su época las mujeres se casaban a los veinte años. Pero ella es la que quiso que la “dejara el tren”, quiso restarse, le fue más fácil.

Quiso restarse en lo personal, pero siguió los destinos de hombres y mujeres  desde el balcón. En su tiempo libre, Lila tenía una profusa vida social, también por personas interpuestas, como lo demuestra su colección de recortes de revistas de los y las famosos/as de la época: actores y actrices de cine de Hollywood minuciosamente recortados de revistas de moda y de actualidad. Desde el cliché impreso, a veces en colores, esos guapos y guapas le mostraban el mundo y lo que estaba en boga, los amores, los divorcios, los escándalos. En ese álbum impecable que se mantuvo por años y hoy llega hasta nosotros, ¿se refugiaba la Señorita Lila soñando a través de las imágenes que contemplaba quizás acariciando sedas y terciopelos? Soñar a solas y restarle al mundo su presencia que hubiera podido ser elegante, atractiva y femenina ¿Castigo para aquellos que la hubieran deseado, como un día su padre desconocido deseó a su madre, como el agresor que la acosó?¿Qué mejor venganza que despreciar, ignorar, evadir, las copias infinitas de aquel que intentó apoderarse de su cuerpo por la fuerza? Y qué mejor que constatar los sufrimientos, las traiciones, los fracasos de aquellas parejas que ella seguía en las revistas con unción y que, quizás, le comprobaban su buena decisión de rebelarse a los mandatos de género.

Lo que devela esta exposición de los artefactos íntimos de Lila es que, a pesar de sus experiencias de la violencia de género, su feminidad se conservó y la guardó para sí gozándola a través de muchos fetiches que la acompañaban y que ella acariciaba en su intimidad: encajes, ropa interior sugerente, bijoutería fina, guantes, medias, bolsos y carteras elegantes, objetos para embellecerse como ondulines para rizar el pelo, instrumento para rizar las pestañas. Todo ello nuevo, sin uso. La feminidad no puesta en acto no fue una renuncia sino un acopio secreto de lo que pudo ser y no fue. Recitando cotidianamente un condicional que nunca sería un presente, objetos que se eternizaban esperando entrar en escena, pero el proyecto de Lila era no entregarse, negarse a los ojos del otro, para siempre, castigar a los varones con su ausencia. Feminista de algún modo con su protesta secreta, quizás confió que otra mujer comprendiera su mensaje. Expresa Mónica acerca de su rescate de la intimidad de su tía “Creo que me doy ese derecho no solo porque soy su sobrina, sino porque soy mujer. Creo que a ella le habría parecido bien que al final esto hubiese salido a la luz. Que por fin, alguna vez ella pudiera haber sido Lila, y no la Srta. Lila, una mujer que tuvo una vida, que pudo haber amado. Pienso que tengo derechos como mujer, ella me los mostró, me los dejó ahí…”

Algún juguete, testigo de una infancia quizás feliz, una radio, de quien ella recogería a diario la realidad exterior, y luego uno a uno los fetiches dedicados precisamente a todos los que pudieron contemplarlos pero que les estuvo vedado. Secreta feminidad de una fémina que murió con 86 años, cuidó de su madre, de sus siete gatos y dos perros, y cuidó, por sobre todo, su secreto: el misterio de su belleza guardada para sí, para un goce estético eterno en el tiempo y en el espacio. Piensa Mónica que “Capaz que eso inconscientemente quedó guardado, no por un olvido, sino para que algún día fueran descubiertos por alguien al que le importara y que pudiese contar su historia.

Tantas mujeres a lo largo de la historia que rehúsan los mandatos de género, de unirse a un hombre en su rol de con-yugue (con yugo…) y de procrear en un rol de abnegación sacrificada, desafían la censura social con su soltería, expresando, de este modo, su resistencia a la dominación masculina y a los mandatos para su sexo de mujer. La censura, la crítica o la conmiseración del entorno, todo ello propio del prejuicio masculinista acerca de las “mujeres solas”  constituyen un modo de leer una realidad negando toda la fuerza antagónica que significa, en las mujeres, sustraerse a la subordinación

Hoy, siglo XXI, quienes atisban dicha resistencia se convierten en asesinos de mujeres, en violadores o golpeadores. Mónica se declara feminista y nos comenta que: “Me declaro abiertamente feminista, nunca he tenido miedo de decirlo, menos cuando estaba en Escandinavia o en Latinoamérica, yo siempre lo he sido y lo seguiré siendo”. 

Mónica concluye afirmando que: “Este trabajo no solo habla del machismo, habla de las mujeres en Chile que han sido reprimidas también, su condición de poder decidir sobre tu cuerpo, sobre tener derecho a abortar libremente. Tiene por supuesto un mensaje al develar la historia de esta mujer que es la historia de tantas mujeres, de estos prejuicios y estereotipos”.

Mostrar la feminidad gozosa de la Señorita Lila, su vivir narcisizado por su propia reclusión, desdeñando la mirada del otro, su admiración posible, incluso su amor, da cuenta de un andamiaje de mujer que se posee a sí misma y se posiciona en un lugar de regocijada feminidad incorrupta y resguardada. En definitiva, una lección de autoestima y de conciencia de sí.

Texto de Paz Errázuriz inspirado en una entrevista a Mónica Nyrar


Señorita Lila – Mónica Nyrar

Mónica Nyrar ha creado un trabajo de arte donde fotografía los objetos que pertenecían a la señorita Lila. La primera sensación es que son las cosas de una mujer fallecida. Tal vez no, ¿serían las cosas de su madre? Están fotografiadas con extraordinaria sutileza y calma. El gesto de la autora es hacer visible algo de alguien ya invisible. Cada objeto trae una evocación poderosa. No hay datos sobre su vida. Los debates sobre feminismo hoy, aparte de demandas socio políticas, incluyen el nombrar las mujeres creadoras ignoradas, como las escritoras. La señorita Lila es una creadora en mi estimación, pero no ha dejado nada que lo pruebe. Solo objetos dispersos a su muerte y que Nyrar rescata. Esos objetos hablan del gran arte de bordar los vacíos.

Los objetos son principalmente su ropa de día y noche, cosas de tocador, reloj, espejo, fotos, etc. Son lo íntimo que la rodeó y tocó su cuerpo. Hay una impronta de ella y su sensibilidad en la materia capturada bellamente en las fotografías. Hay una estética muy definida pero evanescente. Mónica Nyrar nos presenta una mujer invisible, sin cuerpo físico, sin habla ni textos explicativos. Solo hay una pequeña foto borrosa que parece ser ella, usa un vestido parecido al que le sobrevive. Algo elocuente y secreto es visto por nuestra intuición. Esto rechaza la noción académica y el discurso universitario de pensar la mujer. El canon occidental de arte sufre un temblor colonial frente a la sexualidad. ¿Cuál es la fuerza de visión que se forma al escribir sobre la señorita Lila?  ¿Puede ella llevarnos al reborde del pensar y sentir? Si la señorita Lila es una mujer muerta, aún vive en los reflejos inefables de su deseo y goce sin palabras.

En Chile llamar a una mujer “Señorita Lila” significa asumir que no se ha casado. Como si eso tuviera alguna importancia. Pero en Chile se usa para marcar una no pertenencia. La percepción de quien eres es el estereotipo de una violencia epistemológica de apariencia y realidad. El campo de visión es fracturado y la transferencia del heterosexual muestra su profunda incertidumbre que divide cuerpo y alma. A  Lila, la diferente, se le pregunta: ¿Qué haces aquí? En un Chile que no es más “El espacio de acá”.

¿Cuál es la economía afectiva reflejada en los objetos a descifrar?  Hay una botella de guagua pero ninguna explicación. No hay fotos masculinas, excepto el recorte de una imagen de hombre detrás de la foto de una mujer madura. ¿Sus padres? Un grupo de mujeres jóvenes en otro marco y un negativo de otra mujer completan las imágenes de otros seres en su vida. La mirada de la fotógrafa se refleja en el espejo de la polvera. Nuestra mirada como espectadores debiera interpretar una doble estética: la de Lila y la de la fotógrafa. Hay una doble complejidad, algo ausente en el arte de hoy en Chile fijado en miradas totales y significados contables. ¿Qué significa la imagen construida por Lila a través de su ropa y adornos? Esa elegancia imposible en un ambiente modesto como se atisba en el reflejo de un espejo. Podría ser una representación de la mujer a incluir en la historia de la pintura chilena. El huaco, arte colonial, orientalismo siglo xix, copia de modernidades, la mujer mecánica, la mujer pixelada, la modelo esfumada y posiblemente ahora la imagen de Lila.

La mirada que recibe alguien “diferente” es siempre determinada desde afuera a través de la fantasía e imagen con que el sistema chileno opera. Este va de la mano con el manejo del riesgo. Gente marginalizada a menudo usan una máscara para proclamar el artificio propio. El autorretrato es urgente y efectivo para nuestra libertad. Para Lila su propio cuerpo es de importancia vital, de ahí su artificio misterioso reflejado en lo que quedó. ¿Para quién es esa imagen? Posiblemente para las únicas que pueda apreciar y amar, otra mujer. La naturaleza del tiempo y la percepción reflejada en los objetos de Lila fotografiados por Mónica Nyrar nos dejan con la sensación de que una vez vistos, no se pueden borrar. Mónica sugiere palabras de Anáis Nin: ¿cuántas intimidades hay en el mundo para una mujer como yo? ¿Soy una unidad? ¿Un monstruo? ¿Soy una mujer?

Juan Domingo Dávila – Melbourne, abril 2019

 


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Geografías Concretas

Xavier Ribas

Desde 15 de diciembre 2018 al 20 de marzo de 2019

Esta exposición presenta diez trabajos realizados entre los años 2003 y 2009, que conforman Geografías Concretas.

La serie se resuelve como instalaciones fotográficas de gran formato, video o  imágenes proyectadas, en las que el políptico, la retícula y el texto son estrategias determinantes para visualizar procesos de exclusión, memoria, desplazamiento y violencia que intervienen en la construcción del territorio. Son proyectos en su mayoría con un marcado carácter arqueológico, donde la imagen múltiple y discontinua define el dispositivo documental para abordar lugares y su pasado, a partir del remontaje o recomposición de indicios, rastros, huellas y sedimentaciones.

El formato expositivo, diseñado por el autor especialmente para esta exposición, remite a la figura de ‘hojas de contacto’, un tradicional concepto heredado de la fotografía fotoquímica, donde por contacto se disponían las tiras de negativos sobre el papel fotosensible, y así tener una noción completa de cada una de las imágenes contenidas en la secuencia de la película. Estas diez ‘hojas de contactos’, a las que se añaden los textos que forman parte de las piezas, sustituyen a las obras, dando un vuelco a la tradicional exposición de arte, ya que no son las obras en sí las exhibidas sino un eco de ellas a modo de documentación o catalogación. Esta disposición permite la presentación de los diez trabajos que conforman la serie completa en el espacio específico de nuestra galería. 

Una última ‘hoja de contacto’ aporta documentación fotográfica de las instalaciones de las obras en diferentes espacios expositivos.

 

Xavier Ribas

Fotógrafo, profesor de la Universidad de Brighton y profesor asociado de la Universitat Politècnica de València. Estudió antropología social en la Universidad de Barcelona y fotografía documental en la Newport School of Art and Design. Su trabajo fotográfico investiga sitios e historias disputadas, y geografías de abandono. Sus trabajos recientes toman la forma de grandes cuadrículas fotográficas, que a menudo incluyen texto, materiales de archivo e imágenes en movimiento. Sus trabajos examinan asentamientos temporales, sitios de desarrollo y exclusión, territorios fronterizos y geografías de extracción.

Ribas ha participado en numerosas exposiciones internacionales, incluyendo el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), el Museo Stedelijk, la Bluecoat Liverpool, Belfast Exposed, Galería de Aperture, George Eastman House , Le Bal, Lewis Glucksman Gallery, Centro Huarte de Arte Contemporáneo y el Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M). Ha recibido premios, comisiones y becas del Consejo de Investigación de Artes y Humanidades – AHRC (2012-2016), la Red Internacional de Investigación de Fotografía – IPRN (2006), Fundación Telefónica (2005) y Commande Publique du Ministère de la Culture et de La Comunicación, Centre National des Arts Plastiques (2006), entre otros. Ribas también ha colaborado en proyectos de investigación, exhibición y publicación con la Universidad de Salamanca (1998, 2000, 2009), Universitat Politècnica de València (2008), Université de Toulouse II-Le Mirail (2007-2008), Universiteit Leiden (2006) , UNIACC Santiago (2010), y Universidad de Navarra (2009, 2014-2015).

 


Haruwenh, territorio selk’nam

Gastón Salas

10 de noviembre – 12 de diciembre

“Haruwenh, territorio selk’nam”, es un proyecto visual que utiliza la fotografía de paisajes y la documentación histórica para internarse en un territorio ancestral y en el devenir de quienes durante siglos lo habitaron y lo recorrieron. A partir de una serie de fotografías panorámicas realizadas durante varios desplazamientos por una geografía esteparia, solitaria y extrema se reflexiona sobre  un territorio milenario, en constante conquista, que desde 1881 fue ocupado violentamente por colonizadores que contaron con la aprobación de los estados chileno y argentino por medio de las Concesiones de Tierras. En ese derrotero se aniquiló todo aquello que no respondía a la lógica de la cultura dominante y se consumó finalmente el exterminio completo de una etnia originaria de la era paleolítica con el objeto de imponer una visión única y absoluta del mundo.

Las imágenes del territorio de Tierra del Fuego nos devuelven la mirada sobre un pueblo nómada e invisible, sobre los orígenes geológicos y las alteraciones y  consecuencias del modelo productivo. En este giro retornan también los destellos fugaces de nuestra conexión honda y primigenia con la naturaleza. De ahí que resuenen en estos paisajes los ecos débiles del pasado y titilen también los fuegos remotos; chispazos apenas perceptibles de una memoria olvidada en el vacío del tiempo.

Haruwenh, es una palabra del lenguaje selk’nam que denomina un territorio, un lugar demarcado en relación con accidentes topográficos, curso de ríos, precisas señales de la llanura, etc. Implicaba un ordenamiento espacial que dividía la isla de Tierra del Fuego en áreas habitadas de por vida por el linaje correspondiente a un grupo de parientes consanguíneos que por vía patrilineal los unía a anteriores generaciones.

Tierra del Fuego es la isla más grande del continente americano y está situada al sur del paralelo 52°

 

Gastón Salas

Valparaíso, 1959. Fotógrafo, Licenciado en Diseño Grafico y Comunicación Visual, UVM. Estudios de Arte y Fotografía en Stockholms Konstskolan, Arstagarden Folkhôgskolan, Nickelvikskolan, Estocolmo, Suecia. Docente Universidad de Valparaíso y Arcos Viña del Mar. Ha obtenido en 4 ocasiones la Beca a la Creación y Producción Fondart del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes para la realización de proyectos fotográficos documentales. Ha publicado libros de fotografía (“Rostros y Rastros”, “Paisajes y Pasajes” y “La Memoria del Paisaje”) y ha participado en exposiciones individuales y colectivas; Instituto Chileno Norteamericano, Centro de Artes y Oficios El Almendral, San Felipe, Centro Cultural Viña del Mar, Museo Arqueológico, La Ligua, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Centro Cultural Matucana 100, Museo de la Memoria, Sala de Arte Contemporáneo de la Universidad de Talca.